El primer CREA aéreo

En 2017 un grupo de empresas de servicios aeroagrícolas de diferentes regiones argentinas comenzaron a trabajar de manera coordinada con el propósito de establecer estándares profesionales básicos para la actividad, además de compartir experiencias y conocimientos técnicos en la materia.
Fue así como convocaron a Diego Oliva –un ingeniero agrónomo y piloto con vasta experiencia en aeroaplicaciones– para formar un grupo técnico orientado a investigar y establecer parámetros objetivos y cuantificables al momento de validar la calidad de un trabajo realizado.
Cuando las inquietudes técnicas comenzaron a ser resueltas, algunos integrantes del grupo –que tenían conocimiento de la dinámica CREA– preguntaron si sería posible dar un paso más para poder también comenzar a trabajar sobre cuestiones de gestión empresaria en el ámbito del grupo. Y pusieron manos a la obra.
El primer paso –según las pautas aportadas por Francisco Mouriño, responsable de la Unidad de Metodología y Desarrollo Personal de CREA– consistió en que Diego realizara el taller de asesores CREA.
Durante 2019 el grupo comenzó, poco a poco, a trabajar en el marco de la metodología CREA, para lo cual fue vital la colaboración de Pedro Estrugamou, coordinador de la región CREA Norte de Buenos Aires, quien invitó a Diego a participar en reuniones CREA para estudiar el funcionamiento de la metodología en acción.
Así fue como nació el CREA GIDAg (Grupo de Investigación y Desarrollo Aeroagrícola), que actualmente cuenta con trece empresas localizadas en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, La Pampa, Santiago del Estero, Corrientes, Salta y Tucumán.
“Contamos con seis reuniones al año, porque, por cuestiones estacionales, en el resto de los meses las empresas deben estar trabajando en tareas de aplicaciones o siembras aéreas”, explica Diego. “Sin embargo, el contacto e intercambio de información a través de plataformas digitales es constante”, añade.
Las reuniones, además de estar sujetas a las condiciones meteorológicas –pues las prácticas y los ensayos no se pueden llevar a cabo con mal tiempo–, tienen una duración de dos días.
Una premisa, vigente desde la conformación del grupo, es que las empresas que lo integran no presten servicios en una misma zona por una cuestión de competencia.
“Compartir información y generar conocimiento en el marco de una metodología probada permite ahorrar una cantidad enorme de tiempo y energía; al contar con empresas de regiones tan diversas, la experiencia de cada uno al respecto está disponible para todos”, afirma el técnico.
En ese sentido, todos los integrantes del grupo elaboraron un código de ética interno, el cual contempla cuestiones de buenas prácticas agronómicas, normas de calidad del servicio prestado y pautas de buena conducta con competidores, entre otros ítems.
“Muchas decisiones de peso, especialmente en lo que respecta a inversiones, fueron evaluadas en el ámbito del CREA y las devoluciones realizadas fueron muy significativas para cada uno de los empresarios”, indica Diego.
Entre las líneas de trabajo programadas para el presente año se incluyen ensayos de compactación y pisada, de inversión térmica, de coeficiente de logro con aditivos rehidratantes, de manejo de derivas, de penetración con reactivo fluorescente y tasa de evaporación con sensores electrónicos de hoja.
“Otro de los trabajos que tenemos entre manos en el presente año es el diseño de indicadores de gestión empresaria que sean útiles y adaptables para los diferentes perfiles de empresas aeroaplicadoras que integran el CREA”, explica el asesor.
“El grupo es muy sólido y unido, pero una materia pendiente que tenemos es que las diferentes empresas que lo conforman, que se encuentran en diferentes puntos del país, puedan integrarse con los grupos CREA de su respectiva región para poder aprovechar todo el potencial de la red CREA”, comenta Diego.
“Cuando nos referimos a integración, no lo mencionamos en términos comerciales, porque todas las empresas aeroaplicadoras ya tienen trabajo de sobra, sino al hecho de contar con una red de contención y referencia para hacer frente a los desafíos presentes en cada región productiva”, concluye.
El presente artículo integra la última edición de la Revista CREA.